Jean Ñogor habla del tiempo
En la ciudad de Montevideo, en el barrio del Buceo y debajo de una parra, Jean Ñogor contestó a mi pregunta:
-Acerca del tiempo puedo decir que no creo que sólo vaya hacia adelante, sino que el tiempo va hacia dentro, hacia sí mismo. El tiempo transcurre en infinitas dimensiones.
Cuanto más avanza y devora el futuro, más se extiende y profundiza el pasado, pero como el futuro y el pasado son infinitos, ninguno puede superar al otro.
Esto es bien curioso, ya que ahora, el pasado, con respecto al pasado en el momento exacto en que empecé a hablar, es más grande, y sin embargo, es igualmente infinito, así que el tiempo, y el infinito, deben concebirse de esta manera: el infinito está infinitamente en expansión.
-Sin embargo una persona fue deseada por dos, así que nace, vive, vuelve a la tierra y su tiempo se acaba.
-Su tiempo sí, cierta manera de configurarse una porción de materia, pues cuando muera, esa materia se transfigurará en otros seres. Así que hay un tiempo, el de ese ser, y otros tiempos, infinitos tiempos, en el tiempo.
-¿Y el tiempo es anterior a Dios?
-Dios está por encima y por debajo del tiempo. Dios creó el tiempo para que toda la creación disfrutara de vivir, ya que si fuéramos inmortales ¿qué sentido tendría nada?
-¿Para vos la muerte y el tiempo son la misma cosa?
-Si son dos palabras diferentes no pueden ser la misma cosa. Son hermana y hermano.
-Veo una contradicción en tus palabras, ya que decís que todo es infinito, pero la vida del hombre ha sido limitada para que exprima todo su jugo, por lo que no puede ser infinita.
-Es infinita por ser limitada, ya que cada uno de nuestros gestos, nuestro anhelo de vivir, genera infinitas consecuencias que seguirán actuando cuando ya no estemos, pues cada gesto se une a la trama de la vida.
-¿Quién, entre los mortales, es el que teme más al tiempo?
-La mujer hermosa.
-¿Así que el tiempo es aliado de todos menos de la mujer hermosa?
-Es su aliado, pero no lo sabe.
-Estás presentando al tiempo como dotado de voluntad y sentimientos.
-El tiempo es un espíritu que labora sobre las cosas. Por eso ante un árbol centenario contenemos el aliento, ya que sabemos que contiene mucho de ese espíritu llamado tiempo. En una catedral, cuando uno ve el agujero que ha dejado en el piso de piedra la gota que ha caído desde el tejado, no puede dejar de pensar que el tiempo conspira junto al hombre.
El Sepulturero